lunes, 16 de enero de 2012

Tercera Parte - La perfección se puede llegar a tocar.

Me desperté, me vestí, desayuné y me dispuse a pasar un rato tranquilo en mi habitación leyendo Harry Potter. Todo estaba yendo muy tranquilo y estaba disfrutando una bonita mañana de otoño.
Mi hermana pequeña: ¡Eh, tienes una carta! *dijo gritando a pleno pulmón* 
Yo: Adiós paz y tranquilidad *suspiré* ¿de quién es la carta?
MHP: No sé, solamente pone tu nombre en ella. Así que por pura lógica, es para ti. Además huele muy bien... Toma.
Yo: Gracias, cierra la puerta cuando te vayas.
Definitivamente, mi hermana decía la verdad, la carta estaba perfumada, olía a frutas dulces con un toque de olor fuerte, de las que estimulan, de las que no se olvidan, de las que te atrapan... ¿De quién será? Todo era muy extraño. Decidí abrirlo al fin, decía así:
"Buenos días, princesa. Estás muy guapa esta mañana, estoy seguro de ello. ¿Qué haces hoy? Espero que nada porque no tienes más opciones que prepararte para las 5:00 pm porque pasaré a buscarte. Te llevaré a un sitio muy especial, pero no será tan especial como tú. Tú eres lo más especial del mundo. 
Lo pasaremos muy bien, no hace falta que te arregles mucho, ya eres perfecta y ya alcanzas una belleza inalcanzable... Sin presiones. Te amo con todo mi corazón.
firmado, con mucho amor, Edward."
Me quedé sin palabras, de piedra, no sabía como reaccionar. ¿Ésto es alguna broma? No creo, nadie sabía lo que pasaba. Tras pensar un buen rato, me tranquilicé y me duché de nuevo. Sí, era una tontería ya que media hora antes acababa de ducharme, pero en ése momento no sabía qué hacer, quería estar impecable... Estuve una hora rebuscando en mi armario... ¿Por qué estaba tan nerviosa? En fin, me costó casi tres horas en estar preparada. Ya eran las doce y aun quedaba mucho para las cinco. No paraba quieta y en la comida casi no comí nada, ¡no podía no coger los cubiertos! Al final, me controlé  decidí irme a mi habitación y ponerme a leer Harry Potter de nuevo. Pasaron dos horas más y solamente quedaba una hora para que viniera Edward.
Mi Madre: Cariño, hay un chico en la puerta que te reclama. Es muy mono, dice que se llama Edward. Le he dejado pasar, te está esperando en el salón. ¿Me puedes decir brevemente quién es este jovencito? Vamos, para no hacerle esperar mucho...
Yo: Bueno, a parte de que es un chico algo conocido... Es un amigo mío.
Mi Madre: ¿Solamente un amigo? *me guiña el ojo*
Yo: ¡Oh, mamá! Sí, solamente un amigo.
Mi Madre: Venga, baja ya que le tienes esperando... *Me dijo riéndose* 
Mi madre bajó conmigo hasta el salón, fue el recorrido más largo de mi vida... Estaba de los nervios. Cuando crucé la puerta del salón, Edward estaba ahí, con sus rizitos, con esa sonrisa, con ese atuendo medio informal y con una rosa en la mano... Al verme se levantó en seguida y se le borró la sonrisa de la cara. 
Yo: ¿Qué pasa? *en ese momento miedo es lo único que sentía ¿qué le pasaba? ¿No se alegraba de verme?*
Edward: Estás... Estás preciosa. *Dijo mientras poco a poco sonreía más y más* Bueno, ¿lista para irnos? ¡Ah, por cierto! Ésta rosa es para tí... Siento que no sea tan bonita como tú. Se ve que tu belleza es única e inalcanzable.
Yo: Vaya, gracias... *Estaba completamente roja y encima mi madre estaba delante. Sentía como miraba ésta escena y como se reía. Ya veo como será la charla de ésta noche.
Edward: Por cierto, *dijo, mientras se dirigía a mi madre* gracias por abrirme la puerta y darme una bienvenida dejándome entrar y siento llevarme a su hija sin su permiso, será la última vez, para la próxima la consultaré antes... Para que no se asuste aquí está mi número de teléfono y el plan de hoy es que me la voy a llevar a un sitio especial... No quisiera decirlo aquí porque quiero que sea una sorpresa para ella... ¡Ah!, y me la llevaré para cenar. Espero que no le importe. La llevaré a casa en la hora determinada, para que no sea tan tarde... Solo dime qué será la hora...
Mi Madre: Vaya, ¡qué jovencito mas caballero tenemos aquí! Hoy solamente la dejaré hasta las 10:30 pm máximo. Ya veremos qué tal funcionas y a lo mejor, para la próxima la deje más tiempo. Pasadlo muy bien chicos. *Nos despedimos de mi madre*
Al salir, había una limusina negra preciosa esperando. 
Yo: Edward, dime que esto es la limusina del vecino... *dije boquiabierta*
Edward: ¿Qué pasa? ¿Es que no te gusta?
Yo: ¿Que si me gusta? ¡Edward, ésto es alucinante! No tenías porqué...
Edward: Uuff, me alegro que te haya gustado, me asusté al pensar que había metido la pata...
Yo: Ésto no es meter la pata, ésto... Ésto no tiene nombre. Yo me habría conformado en ir en un taxi o incluso ir en autobús...
Edward: Bueno, pero quiero que sea especial. Otro día iremos en un transporte público *dijo riéndose* Además, el sitio al que te voy a llevar está algo lejos y quiero que el viaje sea lo más cómodo posible... *Me abre la puerta de la limusina* Después de ti, princesa.
Yo: No me llames princesa, por favor *dije riéndome* 
La limusina estaba algo oscura, pero había luces de neón y era precioso el ambiente que creaba aquello.
Edward: Aprovechemos el tiempo y hablemos de nosotros *dijo sentándose a mi lado y poniendo su brazo por mis hombros*
Yo: ¿De... Nosotros?
Edward: ¡Claro! Cuántos hijos vamos a tener, si vamos a tener una casita en la playa o en un pueblecito, si vamos a tener mascota... Esas cosas.
Yo: ¿Cómo? *No entendía nada de lo que estaba pasando*
Edward: Era broma, era broma *dijo mientras soltaba una carcajada* Quería decir que hablemos de aficiones y cosas así.
Yo: ¡Ah, bueno! Ya me había asustado *dije mientras soltaba una sonrisa*
Edward: Bueno, empieza tú... ¿Cual es tu color favorito? ¿Tu animal favorito? ¿Crees que soy sexy? ¿Te gusta cocinar? ¿Qué te parece si te doy un beso? ¿Te gusta el chocolate? ¿Te gustaría escuchar una canción que compuse para tí...?
Yo: ¡Woah! A ver, contestaré a la mayoría de esas preguntas... *le guiñé un ojo*
Edward: ¡Todas, todas todas, tod-
Yo: Bueno, para, para. Ya las contesto a todas.
Edward: Bieeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeen
*Empezamos a reírnos como completos idiotas*
Yo: Bueno, a ver que contesto... Mis colores favoritos son el morado y el negro. Mi animal favorito es el gato... ¿Sexy? ¿Tú? *dije sarcásticamente* ¡Tus rizos! *volvimos a reirnos exageradamente* Me gusta cocinar... Pero postres. ¡Me encantan los postres! *me quedé pensando si respondía la pregunta del beso y opté por pasar de aquella pregunta* Me encanta el chocolate, mucho, mu- *en ese momento, Edward me calló con un beso... Yo le seguí el beso. Sabía que me moría de ganas por aquel beso, cuando al fin del beso llegó, nos quedamos mirando un segundo y Edward sonrío*
Edward: Eso te pasa por no responderme a la pregunta...
Yo: Si esa fuera el castigo que obtengo por no responder a tus preguntas... No respondería a ninguna.
No sabía porqué había dicho aquello, pero aquella era una manera de expresar lo que quería decirle. Edward sonrío y volvió a besarme, me abrazó y al terminar me susurró al oído;
Edward: Te amo.
Yo no supe qué decir, así que le besé de nuevo. Claro que no íbamos a estar todo el recorrido besándonos, aunque no hubiera estado nada mal. Tras aquel beso, Edward me miró, volvió a sonreírme, pasó sus dedos sobre mi pelo y me volvió a abrazar. 
Edward: Es el primer beso que me das tú...
Yo: Ya era hora.
Edward: Ésta velada ha empezado con buen pie. Te quiero un montón. *en ese momento la limusina se para, al parecer ya habíamos llegado al sitio tan especial que dice Edward* Ya hemos llegado, deja que te venda los ojos, así será una sopresa.
Yo: Vale. *tras haberme puesto la venda, salimos del coche* ¡Qué bien huele aquí! Huele a aire puro, me encanta... ¿Qué es eso? Suena al mar... Edward ¿dónde estamos? *Edward me besó la mejilla y me quitó la venda*
Yo: ¡Oh, Edward! Ésto es precioso.
Edward me había llevado a la playa. Pero no era una playa cualquiera... Era la típica playa con montañas de arena, con una banco encima de una de ellas y que en porciones de terreno había hierba alta como si fuese trigo... En una de esas porciones había una manta extendida, con una cesta de picnik. 
Edward: ¿Te gusta?
Yo: ¡Me encanta! Es perfecto...
Edward me llevó hasta aquella manta, sacó bebidas y comida. Nos reímos como nunca, hubo silencios pero ninguno fue incómoda. En un momento nos tumbamos mirar las nubes, en más de un momento nos miramos y un beso de apenas dos segundos surge. Jugamos con las olas, corrimos el uno tras el otro y viceversa, estuvimos contemplando el paisaje mientras que él me abrazaba por la espalda. Nos hicimos miles de fotos juntos con un polaroid, todo iba perfecto. Cenamos ahí mismo, no fue nada sofisticado. Habíamos acabado de cenar justo cuando empezó a anochecer, Edward y yo nos volvimos a tumbar y ésta vez estuvimos contemplando las estrellas. 
Edward: ¿Ves todas esas estrellas? Te tienen envidia. Porque nunca serán tan bonitas como tú.
Yo: Te equivocas, si alguna envida sienten, es porque jamás se sentirán lo que siento contigo, nunca llegarán a tocar tanto el cielo como yo cuando estoy a tu lado... Si me envidian de algo, que sea porque estoy compartiendo contigo este momento...
Edward: Te amo.
Yo: Y yo a ti...
Aquello fue algo casi instantáneo, aquellas palabras me salieron del alma... Pero no me arrepentía de nada. De repente Edward se levanta.
Yo: ¿Qué pasa? ¿Ya nos vamos?
Edward: No, ahora vengo, voy a coger una cosa...
Yo: Vale...
Edward volvió con una guitarra en la mano. No sabía que tocaba la guitarra.
Edward: Ésto es un regalo para tí... Mejor dicho, esto es el fruto del hecho de que estés conmigo.
Edward empezó a tocar una melodía armoniosa, tras aproximadamente diez segundos, empezó a cantar... Aquella canción nunca lo había oído. La letra, su voz... Todo combinado era perfecto. 
Edward: "-No me importa caer un millón de veces, solo por verte sonreír. No me importa llorar un rato si tú eres la razón. Te necesito más que a mi vida y por eso eres la razón de mi lucha-"
Yo: Oh, Edward. Es lo más bonito que han hecho por mi. No sé que decir.
Edward: Te pediría que me dijeras que me amas, pero veo en tu mirada que así es. Solo espero no equivocarme...
Yo: Te quiero, Edward.
*Edward me miró y me sonrió. Dejó la guitarra en un lado, extendió sus brazos y me acercó a él.*
Edward: Eres mi sueño, eres mi tesoro, eres mi vida... No quiero que esto acabe nunca. Quiero vivir miles de momentos contigo, no quiero que te conviertas en un recuerdo del pasado, quiero que seas tu mi presente y mi futuro y que seas a quién vea cuando mire atrás en mi pasado... Si la vida quiere demostrar que los sueños se cumplen, entonces quiero que nuestras vidas se fundan para siempre. Te prometo que te haré feliz, que haré que te sientas especial, porque lo eres... Prométeme que nos protegeremos el uno al otro... Prometeme que lo que sentimos ahora será lo que sentiremos mañana, y el día después de esa y el día después... y así, hasta un Siempre.
Aquellas palabras eran las más bonitas, le mira a los ojos y le sonreí.
Yo: Para siempre.
Edward volvió a sonreírme, se acercó poco a poco a mi y nos volvimos a besar como si no hubiera mañana. 
Después de aquel beso, Edward sacó un bolígrafo negro y apuntó en mi muñeca el día y su nombre. 15 Edward.
Quería quedarme así para siempre, todo iba perfecto. Nada lo podría estropear. Nada.

No hay comentarios:

Publicar un comentario