Yo: Así es…
Edward: ¿Pensabas decírmelo?
Yo: ¿Qué es lo que intentas decirme?
Edward: No se, hombre, me hubiera gustado ir a ver pisos contigo
y además de que no me dices nada sobre el tema, te vas con Jawaad.
Yo: Jawaad me dijo que tenías trabajo…
Edward: Sí, pero hubiera pasado por ir contigo.
Yo: Pero, ¡si sólo es ver unos pisos! Tampoco es para tanto…
No sé por qué te estás poniendo así. Yo no quería molestar ni intervenir en tu
trabajo.
Edward: Quiero que quede claro que eres más importante que m
trabajo.
Yo: Edward… No quiero discutir por una tontería.
Edward: Vale, lo siento. Mañana me pasaré a verte, ¿vale?
Yo: De acuerdo.
Edward: Te quiero. Siempre.
Yo: Te quiero…
Aquella no era la conversación que me
hubiera gustado tener antes de dormir, aun así, la cosa no fue a peor. Mañana
Edward vendrá y espero que no haya discusiones.
A la mañana siguiente, Edward se
presentó en mi casa con un ramo de rosas y una caja de bombones.
Edward: Esto es para ti. Siento lo de ayer, no sabía lo que hacía.
Yo: No pasa nada Edward, muchas gracias. Son preciosas.
Edward: Me alegro que te haya gustado. Bueno, ¿qué te parece si
nos vamos?
Yo: ¿Dónde?
Edward: A dar una vuelta.
Yo: Vale, pero ¿dónde piensas ir?
Edward: Vente conmigo y déjate llevar.
Yo: Bueno, eso es mejor que no decirme nada. Espera que me
ponga el abrigo y nos vamos.
Edward: Te espero en el coche.
Edward me llevó al cine, vimos Titanic. Lo
mejor es que no había nadie en la sala ya que era un lunes y ni siquiera había
pasado la hora de comer.
Edward: ¿Sabes qué? *dijo
de repente mientras estábamos viendo la película*
Yo: Dime.
Edward: Que lo nuestro es tan bonito y tan real como ésta película.
Lo que pasa es que lo nuestro es mejor ya que no nos hundiremos.
Yo: Yo nunca te dejaría ir, iría contigo hasta el fondo del
océano *le di un beso*
La película estuvo genial, lloré con
ella como me pasaba siempre, pero ésta vez Edward estaba ahí para abrazarme,
limpiarme aquellas lágrimas y besarme en mis mejillas aún húmedas.
Después de la película, Edward me llevó
a la azotea del Cine, donde había en medio, una mesa para dos, espaguetis y un
señor con traje nos esperaba, parece ser que es un tipo de camarero ya que nos
iba trayendo el segundo plato, las bebidas, el postre...
Edward: Estás preciosa.
Yo: Anda, no seas tonto. Ni siquiera me he podido arreglar…
Edward: Pues eso demuestra que tu belleza es natural.
Yo: Mira que eres tonto *me
sonrojé*
Edward: Si tengo que ser un tonto para contemplar tu belleza, llámame
idiota.
Hubo silencios, pero ninguna fue
incómoda. No paraba de mirarme sin dejar de sonreír por un segundo. Era así
cada vez que estaba con Edward, nunca me cansaría de aquello, es más, podría
quedarme así para siempre.
Hablamos de todo y a la vez de nada, con
una mirada aprendimos a decirnos te amo con una sonrisa, con una mirada, un bésame.
Estar con él me hacía la persona más
feliz del mundo, todo lo que me rodeaba desaparecía. No había palabras que
pudiera describir tales sentimientos.
Edward: Oye, tengo que decirlo.
Yo: ¿El qué?
Edward: Primero, vuelvo a pedirte perdón por como había
reaccionado con el hecho de que Jawaad te había acompañado a ver pisos. Pido
perdón mil veces por eso, fui tonto, sin duda.
Yo: Tranquilo, te perdono. No le des más vueltas.
Edward: Bueno, pero tenía que decirlo, además, sé que tú estás
conmigo porque quieres-
Yo: Así es.
Edward: y no tengo poder sobre ti, pero quiero que sepas que me
aparece bien que salgas con Jawaad. Es un gran amigo mío y seguro que lo será
para ti también.
No supe qué decir en aquel momento, solo
me limité en mirarle a los ojos, deseando que no me leyera los pensamientos y a
sonreírle.
No, pensé, estás en un
momento mágico y especial. No pienses en Jawaad.
Después de la comida, Edward me llevó en
un local, era una mezcla entre un restaurante, un bar y una discoteca, lo mejor
es que había música jazz, blues y demás en directo.
Edward y yo estuvimos bailando horas y
horas. Canciones lentas, rápidas… Sin duda aquella tarde me lo había pasado
como si de una película de amor se tratase.
Edward: ¿Tienes hambre?
Yo: Un poco, pediré algo-
Edward: No, no. Te llevo a comer en la casa de vacaciones de mi
padrastro. Está inhabitada y bueno, me encanta aquel sitio. La casa es rústica,
es como si estuviese hecha de madera, tiene piscina y bueno, tiene vistas
alucinantes.
Yo: Suena genial, vamos.
Edward: Bueno, ¿sabes qué? Mejor pídete un mini sándwich porque
vamos a tardar algo para hacer el viaje.
Yo: ¿Es que está tan lejos?
Edward: Algo así, pero merece la pena. Te lo prometo.
Edward me pidió un sándwich y fuimos al
coche. Estuvimos casi dos horas y media haciendo el viaje.
Yo: Edward, ¿a dónde me llevas?
Edward: Ya te lo he dicho.
Yo: Pero, es que llevamos más de una hora viajando. ¡Esto no
es estar algo lejos, esto es estar muy lejos!
Edward: No te preocupes, que ya llegamos *se ríe*
Yo: Llegaremos muy tarde a casa…
Edward: Pues nos quedamos ésta noche.
Yo: ¿Cómo? Mi madre no sabe nada de dónde voy a estar-
Edward: No te preocupes, la llamé cuando fui al baño.
Yo: Vaya cosas que haces, Edward *me reí*
Edward: Merece la pena, sobretodo si te hace feliz.
Yo: Seguro que sí.
Habíamos llegado en tres horas. ¡Estábamos
en la montaña! Al parecer, la casa de vacaciones del padrastro de Edward estaba
situada en uno de las montañas cercanas de la zona.
Sin duda, Edward no mentía cuando dijo
que la casa era muy bonita. Parecía hecha enteramente de madera y las vistas…
Oh, las vistas. Se veía un paisaje hermoso, sobre todo con el color dorado que
tenía al atardecer.
Mientras miraba todo aquello, Edward me
abraza por sorpresa y me susurra al oído.
Edward: ¿Qué te parece, te gusta?
Yo: Es preciosa, esto es increíble… No tengo palabras.
Edward: Mejor, así me besas.
Yo: Ven aquí *nos
besamos*
Tras el beso, Edward me cogió en brazos
y me llevó dentro de la casa. Aquello era muy espacioso a pesar de ser una
especie de cabaña en el bosque. Había un salón con su chimenea, sus adornos
colgadas en las paredes y hasta había un televisor de plasma. Los colores eran
marrones, beis, rojo… Parecía un atardecer de otoño permanente.
Mi estancia ahí fue maravillosa,
mientras miraba las fotos de Edward de cuando era pequeño, Edward se había ido.
No me había dado cuenta de ello hasta que noté que había demasiado silencio.
Yo: ¿Edward? *miré a mi
alrededor* ¿Edward, dónde estás? *empecé
a buscarle por la casa* ¡Edward!
Edward: ¡Ven fuera, en la piscina! *me contestó al fin*
Yo: ¡Por fin! *me dirigí
hacia la puerta que daba a la zona trasera de la casa donde estaba la piscina* Creí
que te habías ido sin m-
Me quedé de piedra, aquello era
alucinante, precioso. No sabía qué decir. Me acerqué poco a poco a Edward, que
estaba de pie junto a la piscina.
Edward: ¿Qué te parece?
Yo: Yo…Yo… No sé qué decir.
Edward: ¿No te gusta?
Yo: Gustar, no me gusta… *Edward
puso cara de tristeza* ¡Esto me encanta! *Edward volvió a sonreír, ésta vez su sonrisa era más amplia, más
bonita…*
Ya había anochecido, lo cual hacía que
aquello fuese más bonito. Había luces que iluminaban el fondo de la piscina, en
el agua flotaban miles de pétalos de rosas, en cada esquina de la piscina había
velas de distintos tamaños, colores y las había a montones. En uno de los lados
de la piscina estaban los altavoces donde se podía oír una pieza tocada en el
piano. Lo mejor estaba flotando en el centro de la piscina. Era un colchón de
esas de aire. Era de un color azul oscuro, en ella había una manta roja y
varios cojines.
Edward: Ven, acércate.
Yo: ¿Vamos a subirnos ahí?
Edward: Por supuesto, no tengas miedo, no nos caeremos. Es un
colchón especial, no se hundirá ni se dará la vuelta. Esto no acabará siendo
como Titanic, no te preocupes.
Yo: De acuerdo.
Edward lo acercó a nosotros mediante una
cuerda, primero me subí yo y después se subió el. Estuvimos contemplando las
estrellas y el paisaje.
Yo: Edward, ¿por qué está soltando humo el agua de la
piscina?
Edward: Es que yo soy muy patoso y bueno, ésta piscina puede ser
climatizada, así que el agua estará calentita, por si me caigo de aquí *se ríe*
Yo: El humo le da todo un toque misterioso, es muy bonito.
Edward: Es verdad *me mira
y nos quedamos mirando*
Yo: Te amo.
Edward no dijo nada, solo se quedó mirándome
y poco a poco se fue acercando. Me rodeó la cintura con una mano e hizo que me
tumbara. Él estaba a mi lado, aun tenía su cara en frente de la mía, la parte
de su torso estaba encima de mí, poco a poco Edward se fue acercándose a mi. Lo
hacía todo lentamente, pude sentir su respiración mientras que se acercaba a mí,
hasta llegué a sentir sus latidos, que iban al compás con los míos. Solo
faltaba un milímetro de distancia, poco a poco cerramos los ojos y cuando me
quise dar cuenta, nos fundimos en un beso. Fue apasionado, fue sincero.
Con aquel beso nos habíamos dicho todo
lo que hemos estado sintiendo, con cada caricia que lo acompañaba, una promesa.
Después de aquello, me acomodé a su lado
y estuvimos mirando el cielo estrellado.
Edward: Todas esas estrellas me tienen envidia.
Yo: No seas tan creído solo por ser una estrella del pop *me burlé* Pero, deberían, porque eres
lo más bonito que he visto en mi vida, sin duda tu eres el Sol comparado con éstas
estrellas…
Edward: Te equivocas, no soy más que ellas. Lo eres tú y me
tienen envidia porque solamente yo puedo disfrutar de esto contigo… Porque has
preferido estar a mi lado que estar en el cielo con ellas.
Más y más palabras como aquellas fueron
dichas, hubo bromas, risas y tonterías.
Al final, con tanto movimiento, Edward
se calló al agua.
Yo: ¡Edward! ¿Estás bien?
Edward: Genial, estoy genial *dijo
riéndose*
Yo: Pero, ¿qué haces?
Edward: Me estoy quitando la ropa, ¿no lo ves? Es que pesa mucho
y no puedo nadar bien.
Yo: ¿Es que piensas nadar? ¡Si hace frío!
Edward: El agua está caliente y se está muy a gusto. ¡Ven
conmigo!
Yo: No seas tonto, Edward. No pienso meterme… *Me agarra de la mano y me tira al agua* ¡Ah!
Edward: ¿Ves? *me agarra de
la cintura para que flote*
Yo: Oh, mira. Estoy empapada… ¡Y no tengo ropa!
Edward: Vamos, no pienses en eso ahora. Quítate la ropa así, se
seca.
Me fui quitando la ropa hasta quedarme
en ropa interior. La verdad es que se estaba muy bien dentro del agua.
Yo: Edward *me acerqué
a él y le abracé* Gracias por éste momento.
Edward: Gracias a ti por completarlo y hacerlo perfecto. *me pegó a él y le rodee la cintura con mis
piernas mientras nos dimos un largo beso*
La noche no acabó ahí, estuvimos nadando
y nadando sin parar, estuvimos flotando uno al lado del otro, mirando las
estrellas, hablando de nuestras tonterías.
No faltaron en ningún momento aquellas
miradas, las sonrisas, los te quieros, los abrazos.
Aquella noche fue una de las mejores
noches de nuestras vidas.
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