sábado, 28 de enero de 2012

Capítulo Catorce - Tú, yo y las estrellas que nos acompañan


Yo: Así es…
Edward: ¿Pensabas decírmelo?
Yo: ¿Qué es lo que intentas decirme?
Edward: No se, hombre, me hubiera gustado ir a ver pisos contigo y además de que no me dices nada sobre el tema, te vas con Jawaad.
Yo: Jawaad me dijo que tenías trabajo…
Edward: Sí, pero hubiera pasado por ir contigo.
Yo: Pero, ¡si sólo es ver unos pisos! Tampoco es para tanto… No sé por qué te estás poniendo así. Yo no quería molestar ni intervenir en tu trabajo.
Edward: Quiero que quede claro que eres más importante que m trabajo.
Yo: Edward… No quiero discutir por una tontería.
Edward: Vale, lo siento. Mañana me pasaré a verte, ¿vale?
Yo: De acuerdo.
Edward: Te quiero. Siempre.
Yo: Te quiero…

Aquella no era la conversación que me hubiera gustado tener antes de dormir, aun así, la cosa no fue a peor. Mañana Edward vendrá y espero que no haya discusiones.

A la mañana siguiente, Edward se presentó en mi casa con un ramo de rosas y una caja de bombones.

Edward: Esto es para ti. Siento lo de ayer, no sabía lo que hacía.
Yo: No pasa nada Edward, muchas gracias. Son preciosas.
Edward: Me alegro que te haya gustado. Bueno, ¿qué te parece si nos vamos?
Yo: ¿Dónde?
Edward: A dar una vuelta.
Yo: Vale, pero ¿dónde piensas ir?
Edward: Vente conmigo y déjate llevar.
Yo: Bueno, eso es mejor que no decirme nada. Espera que me ponga el abrigo y nos vamos.
Edward: Te espero en el coche.

Edward me llevó al cine, vimos Titanic. Lo mejor es que no había nadie en la sala ya que era un lunes y ni siquiera había pasado la hora de comer.

Edward: ¿Sabes qué? *dijo de repente mientras estábamos viendo la película*
Yo: Dime.
Edward: Que lo nuestro es tan bonito y tan real como ésta película. Lo que pasa es que lo nuestro es mejor ya que no nos hundiremos.
Yo: Yo nunca te dejaría ir, iría contigo hasta el fondo del océano *le di un beso*

La película estuvo genial, lloré con ella como me pasaba siempre, pero ésta vez Edward estaba ahí para abrazarme, limpiarme aquellas lágrimas y besarme en mis mejillas aún húmedas.
Después de la película, Edward me llevó a la azotea del Cine, donde había en medio, una mesa para dos, espaguetis y un señor con traje nos esperaba, parece ser que es un tipo de camarero ya que nos iba trayendo el segundo plato, las bebidas, el postre...

Edward: Estás preciosa.
Yo: Anda, no seas tonto. Ni siquiera me he podido arreglar…
Edward: Pues eso demuestra que tu belleza es natural.
Yo: Mira que eres tonto *me sonrojé*
Edward: Si tengo que ser un tonto para contemplar tu belleza, llámame idiota.

Hubo silencios, pero ninguna fue incómoda. No paraba de mirarme sin dejar de sonreír por un segundo. Era así cada vez que estaba con Edward, nunca me cansaría de aquello, es más, podría quedarme así para siempre.
Hablamos de todo y a la vez de nada, con una mirada aprendimos a decirnos te amo con una sonrisa, con una mirada, un bésame.
Estar con él me hacía la persona más feliz del mundo, todo lo que me rodeaba desaparecía. No había palabras que pudiera describir tales sentimientos.

Edward: Oye, tengo que decirlo.
Yo: ¿El qué?
Edward: Primero, vuelvo a pedirte perdón por como había reaccionado con el hecho de que Jawaad te había acompañado a ver pisos. Pido perdón mil veces por eso, fui tonto, sin duda.
Yo: Tranquilo, te perdono. No le des más vueltas.
Edward: Bueno, pero tenía que decirlo, además, sé que tú estás conmigo porque quieres-
Yo: Así es.
Edward: y no tengo poder sobre ti, pero quiero que sepas que me aparece bien que salgas con Jawaad. Es un gran amigo mío y seguro que lo será para ti también.

No supe qué decir en aquel momento, solo me limité en mirarle a los ojos, deseando que no me leyera los pensamientos y a sonreírle.

No, pensé, estás en un momento mágico y especial. No pienses en Jawaad.

Después de la comida, Edward me llevó en un local, era una mezcla entre un restaurante, un bar y una discoteca, lo mejor es que había música jazz, blues y demás en directo.
Edward y yo estuvimos bailando horas y horas. Canciones lentas, rápidas… Sin duda aquella tarde me lo había pasado como si de una película de amor se tratase.

Edward: ¿Tienes hambre?
Yo: Un poco, pediré algo-
Edward: No, no. Te llevo a comer en la casa de vacaciones de mi padrastro. Está inhabitada y bueno, me encanta aquel sitio. La casa es rústica, es como si estuviese hecha de madera, tiene piscina y bueno, tiene vistas alucinantes.
Yo: Suena genial, vamos.
Edward: Bueno, ¿sabes qué? Mejor pídete un mini sándwich porque vamos a tardar algo para hacer el viaje.
Yo: ¿Es que está tan lejos?
Edward: Algo así, pero merece la pena. Te lo prometo.

Edward me pidió un sándwich y fuimos al coche. Estuvimos casi dos horas y media haciendo el viaje.

Yo: Edward, ¿a dónde me llevas?
Edward: Ya te lo he dicho.
Yo: Pero, es que llevamos más de una hora viajando. ¡Esto no es estar algo lejos, esto es estar muy lejos!
Edward: No te preocupes, que ya llegamos *se ríe*
Yo: Llegaremos muy tarde a casa…
Edward: Pues nos quedamos ésta noche.
Yo: ¿Cómo? Mi madre no sabe nada de dónde voy a estar-
Edward: No te preocupes, la llamé cuando fui al baño.
Yo: Vaya cosas que haces, Edward *me reí*
Edward: Merece la pena, sobretodo si te hace feliz.
Yo: Seguro que sí.

Habíamos llegado en tres horas. ¡Estábamos en la montaña! Al parecer, la casa de vacaciones del padrastro de Edward estaba situada en uno de las montañas cercanas de la zona.
Sin duda, Edward no mentía cuando dijo que la casa era muy bonita. Parecía hecha enteramente de madera y las vistas… Oh, las vistas. Se veía un paisaje hermoso, sobre todo con el color dorado que tenía al atardecer.
Mientras miraba todo aquello, Edward me abraza por sorpresa y me susurra al oído.

Edward: ¿Qué te parece, te gusta?
Yo: Es preciosa, esto es increíble… No tengo palabras.
Edward: Mejor, así me besas.
Yo: Ven aquí *nos besamos*

Tras el beso, Edward me cogió en brazos y me llevó dentro de la casa. Aquello era muy espacioso a pesar de ser una especie de cabaña en el bosque. Había un salón con su chimenea, sus adornos colgadas en las paredes y hasta había un televisor de plasma. Los colores eran marrones, beis, rojo… Parecía un atardecer de otoño permanente.

Mi estancia ahí fue maravillosa, mientras miraba las fotos de Edward de cuando era pequeño, Edward se había ido. No me había dado cuenta de ello hasta que noté que había demasiado silencio.

Yo: ¿Edward? *miré a mi alrededor* ¿Edward, dónde estás? *empecé a buscarle por la casa* ¡Edward!
Edward: ¡Ven fuera, en la piscina! *me contestó al fin*
Yo: ¡Por fin! *me dirigí hacia la puerta que daba a la zona trasera de la casa donde estaba la piscina* Creí que te habías ido sin m-

Me quedé de piedra, aquello era alucinante, precioso. No sabía qué decir. Me acerqué poco a poco a Edward, que estaba de pie junto a la piscina.

Edward: ¿Qué te parece?
Yo: Yo…Yo… No sé qué decir.
Edward: ¿No te gusta?
Yo: Gustar, no me gusta… *Edward puso cara de tristeza* ¡Esto me encanta! *Edward volvió a sonreír, ésta vez su sonrisa era más amplia, más bonita…*

Ya había anochecido, lo cual hacía que aquello fuese más bonito. Había luces que iluminaban el fondo de la piscina, en el agua flotaban miles de pétalos de rosas, en cada esquina de la piscina había velas de distintos tamaños, colores y las había a montones. En uno de los lados de la piscina estaban los altavoces donde se podía oír una pieza tocada en el piano. Lo mejor estaba flotando en el centro de la piscina. Era un colchón de esas de aire. Era de un color azul oscuro, en ella había una manta roja y varios cojines.

Edward: Ven, acércate.
Yo: ¿Vamos a subirnos ahí?
Edward: Por supuesto, no tengas miedo, no nos caeremos. Es un colchón especial, no se hundirá ni se dará la vuelta. Esto no acabará siendo como Titanic, no te preocupes.
Yo: De acuerdo.

Edward lo acercó a nosotros mediante una cuerda, primero me subí yo y después se subió el. Estuvimos contemplando las estrellas y el paisaje.

Yo: Edward, ¿por qué está soltando humo el agua de la piscina?
Edward: Es que yo soy muy patoso y bueno, ésta piscina puede ser climatizada, así que el agua estará calentita, por si me caigo de aquí *se ríe*
Yo: El humo le da todo un toque misterioso, es muy bonito.
Edward: Es verdad *me mira y nos quedamos mirando*
Yo: Te amo.

Edward no dijo nada, solo se quedó mirándome y poco a poco se fue acercando. Me rodeó la cintura con una mano e hizo que me tumbara. Él estaba a mi lado, aun tenía su cara en frente de la mía, la parte de su torso estaba encima de mí, poco a poco Edward se fue acercándose a mi. Lo hacía todo lentamente, pude sentir su respiración mientras que se acercaba a mí, hasta llegué a sentir sus latidos, que iban al compás con los míos. Solo faltaba un milímetro de distancia, poco a poco cerramos los ojos y cuando me quise dar cuenta, nos fundimos en un beso. Fue apasionado, fue sincero.
Con aquel beso nos habíamos dicho todo lo que hemos estado sintiendo, con cada caricia que lo acompañaba, una promesa.

Después de aquello, me acomodé a su lado y estuvimos mirando el cielo estrellado.

Edward: Todas esas estrellas me tienen envidia.
Yo: No seas tan creído solo por ser una estrella del pop *me burlé* Pero, deberían, porque eres lo más bonito que he visto en mi vida, sin duda tu eres el Sol comparado con éstas estrellas…
Edward: Te equivocas, no soy más que ellas. Lo eres tú y me tienen envidia porque solamente yo puedo disfrutar de esto contigo… Porque has preferido estar a mi lado que estar en el cielo con ellas.

Más y más palabras como aquellas fueron dichas, hubo bromas, risas y tonterías.
Al final, con tanto movimiento, Edward se calló al agua.

Yo: ¡Edward! ¿Estás bien?
Edward: Genial, estoy genial *dijo riéndose*
Yo: Pero, ¿qué haces?
Edward: Me estoy quitando la ropa, ¿no lo ves? Es que pesa mucho y no puedo nadar bien.
Yo: ¿Es que piensas nadar? ¡Si hace frío!
Edward: El agua está caliente y se está muy a gusto. ¡Ven conmigo!
Yo: No seas tonto, Edward. No pienso meterme… *Me agarra de la mano y me tira al agua* ¡Ah!
Edward: ¿Ves? *me agarra de la cintura para que flote*
Yo: Oh, mira. Estoy empapada… ¡Y no tengo ropa!
Edward: Vamos, no pienses en eso ahora. Quítate la ropa así, se seca.

Me fui quitando la ropa hasta quedarme en ropa interior. La verdad es que se estaba muy bien dentro del agua.

Yo: Edward *me acerqué a él y le abracé* Gracias por éste momento.
Edward: Gracias a ti por completarlo y hacerlo perfecto. *me pegó a él y le rodee la cintura con mis piernas mientras nos dimos un largo beso*

La noche no acabó ahí, estuvimos nadando y nadando sin parar, estuvimos flotando uno al lado del otro, mirando las estrellas, hablando de nuestras tonterías.
No faltaron en ningún momento aquellas miradas, las sonrisas, los te quieros, los abrazos.
Aquella noche fue una de las mejores noches de nuestras vidas. 

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